Cuando antes de la pandemia poníamos en marcha el Instituto 9 de Mayo, todavía no sabíamos que esta fecha acabaría tan pronto en la boca de todos. Si antes el propósito de este proyecto cívico era llenar un vacío temático, ahora se tratará ya de predicar que, además del día de finalización del Estado de Alarma –una fiesta para muchos–, es sobre todo el Día de Europa. San Schuman, como lo llaman en las instituciones de Bruselas.
Por tercer año consecutivo, el elemento central de la celebración que organizamos en València es la entrega del Premio 9 de Mayo. Se trata de nuestra forma de presentar –en medio de la distorsión informativa y falta de ilusión– vivencias ejemplarizantes de Europa como idea. Este año, como reconocimiento y reivindicación de Helmut Kohl y la Unión Monetaria que promovió.
Este 2021 se cumplen 70 años del Tratado de París, por el que fue fundada la primera Comunidad Europea, al tiempo que 20 años de la puesta en circulación del euro. Es decir, en apenas dos generaciones, los europeos hemos pasado de conferir a un ente supranacional tan solo la regulación del carbón y del acero a establecer una moneda única, renunciando por tanto al marco, al franco, a la peseta, etcétera, auténticos símbolos nacionales.
¿Qué es para nosotros el euro? Una moneda, en cualquiera de sus acepciones, ¿o algo más?
Por poner un ejemplo más cotidiano ¿qué es para cada uno la Coca-Cola? Porque puede suponer algo más que una deliciosa bebida refrescante que disfrutar o una bomba de azúcar cuya producción querer prohibir.
Cuentan de un alemán que, arriesgando su vida, cruzó el Muro de Berlín huyendo de la mal llamada República Democrática, y recibido por agentes de la parte occidental lo primero y único que pidió para sí fue una Coca-Cola. Su explicación, es que para él ese era el sabor de la libertad.
La reunificación alemana y la unión monetaria son los dos pilares centrales del legado del canciller Helmut Kohl en la construcción europea, y es su figura la que venimos a reivindicar.
En el acto de entrega del premio, que el pasado viernes recibieron en La Beneficencia de manos de la Delegada del Gobierno representantes de la comunidad alemana, oíamos la composición de Strauss llamada “Kling”, en la que se dice así: canta, que la abundancia está recuperada y ya florece el campo marchito.
Pero no nos engañemos. Cuando el pasado mes de abril se supo que el extremo oriental europeo estaba a punto de un enfrentamiento armado a gran escala, cuando comprobamos azotes totalitarios quizá más lejanos, pero actitudes pérfidas ya demasiado cercanas; en definitiva, cuando estamos buscando la mejor salida posible a la crisis sociosanitaria del coronavirus, hay que recordar estas palabras del ilustre europeísta alemán:
“Ahora debemos aprovechar la oportunidad histórica, y construir la Unión Europea. En caso de no conseguirlo, habremos fracasado a ojos de la historia, habremos puesto en peligro todo aquello que hasta ahora habíamos logrado”.
Ahora que arrancan los debates para la Conferencia sobre el Futuro de Europa, volver la mirada a generaciones que nos antecedieron es tan importante porque, como decía el mismo Kohl, “quien no conoce el pasado, no puede entender el presente ni dar forma al futuro”.
* Esta publicación está basada en una parte del discurso del Presidente del Instituto 9 de Mayo en el acto referido.