Vientos de cambio [Levante-EMV]

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Artículo publicado el 10.03.2022 en Levante-EMV por la vicepresidenta del Instituto 9 de Mayo.

Después del colapso de la Unión Soviética, el sueño de algunos es que Rusia vuelva a ser temida y deseada, reconstruir desde las cenizas de un imperio destruido. Este propósito, de devolver a Rusia el papel de potencia mundial, fue expresado por el propio Putin en el año 2007, en la Conferencia de Seguridad de Múnich. A partir de entonces cada paso que ha tomado va en esa dirección, con fuerza dura o blanda de por medio, con escenarios híbridos y bajo el sello de ciberataques y de la manipulación informativa.

En 2008 el enfrentamiento sobre los territorios de Abjasia y Osetia cuando Georgia fue privada del 20% de su territorio. En 2014 la anexión de Crimea, Siria en 2015 por primera vez mas allá del exterior próximo, Libia en 2017, Nagorno Karabaj en 2020. Añadiendo la conquista de las minas africanas a cambio de seguridad, la influencia en el Cáucaso, la relación estratégica con Turquía y la buena cooperación con China. La geopolítica y la estrategia de Putin es muy clara sin carga de la opinión pública, sin necesidad de rendir cuentas por sus acciones, donde la gloria de la patria está por delante del bienestar del pueblo o la prosperidad económica.

Parece increíble que la invasión de Ucrania ha provocado tanta sorpresa teniendo en cuenta que después de la anexión de Crimea hace 8 años, tiempo durante el cual permanecía activo como punto caliente la región de Donbás. Esta vez se trata de una invasión masiva, con una organización que indica a un plan bien elaborado con anterioridad, la entrada simultanea por diferentes partes formando un círculo cerrado, llegando al corazón del país. El principio de esa guerra fue una repetición del mismo escenario que ya tuvo lugar, tomando los mismos pasos: celebración de un referéndum de independencia, petición de ayuda por parte de las regiones a Rusia, aprobación de uso militar en el parlamento ruso y ataque. Lo que no estaba esperado es que estas acciones se iban a convertir en una guerra extremadamente cruel, sangrienta con tantas víctimas civiles.

El mundo occidental no quería verlo venir o aun peor no sabía qué hacer. Hicieron lo que se recomienda cuando el estado de salud es terminal: esperar el efecto de la medicación y rezar. Parece que la medicina en forma de sanciones que se está recetando a Putin ocho veces ya durante los largos años de estar en poder no da los efectos esperados, ni siquiera los secundarios. La diferencia es que esta vez las sanciones son mucho más fuertes y coordinadas en el sector bancario, con participación de empresas transnacionales, culturales y en el deporte.

La estrategia del occidente es repetir la historia del colapso de la Unión Soviética que principalmente paso por una economía insostenible, agotar Rusia económicamente. Los EE.UU. y la UE están preparados para poner restricciones a pesar de que estas medidas tienen efectos también en sus economías. Hay que tener en cuenta que el efecto es asimétrico y UE se enfrentará con consecuencias más significantes y agravadas por el problema energético.

Sin entrar en detalles, la decisión de la OTAN de no intervenir militarmente en la guerra es evidente que se parece a la Guerra Fría pero con un carácter mucho más inquietante. Las reglas de entonces ya no existen y parece que cada jugador tiene su propio manual de uso. Esta es una situación en la que la multipolaridad prevista todavía no tiene formas reconocidas, es indudable que los instrumentos de las relaciones internacionales son muy concretos, mientras que también es muy evidente la diferencia en la madurez de las sociedades, en las visiones del mundo, los valores y las metas para alcanzar.

Europa tiene una larga trayectoria histórica de desarrollo del pensamiento político durante la cual siempre ha tenido el liderazgo, idea por idea, ladrillo por ladrillo, construyendo los pilares de la organización del sistema político con el móvil de mejorar la sociedad. El último resultado del alto nivel de desarrollo, el alcance sin precedentes es la formación de la UE. Un paraíso del bienestar.

Como cada criatura está pasando el proceso de fortalecimiento del cuerpo, mientras parece que la mayoría de las bacterias vienen de dentro, como la aparición de ideas extremistas, independistas, migraciones, política exterior conjunta, constitución no aprobada.

La UE ha mostrado que puede estar unida, reaccionar rápido, que puede hablar con una sola voz defendiendo sus valores, sus creencias y su solidaridad. La clave es el liderazgo de la unión a través de una actividad diplomática con objetivo de que el ahogamiento económico de Rusia sea respaldada por mayor número posible de países fuera de la Unión, especialmente los actuales focos de poder como China, India, Brasil, Japón, países Árabes, Tigres Asiáticos, los bloques económicos donde Rusia es miembro y participa en las compañías transnacionales implantadas en dichos países.

La reacción a una agresión con firmeza, fuerza no militar, bien coordinada puede ser el principio de construcción de un modelo de respuesta contra agresiones de este tipo, que incluya plan económico de autoprotección para enfrentar y disminuir los efectos de las sanciones sobre la economía de la Unión. De enorme importancia es dar un ejemplo de consecuencias que puede tener cualquier actor de la escena internacional. Esa guerra, su cercanía, y el significado que tiene puede acelerar tanto la formulación como la respuesta de las preguntas ¿cuál es la posición de la Unión en el orden mundial?, ¿cómo se va a proteger esta isla de alto desarrollo frente a una realidad hostil y multipolar?

Es evidente que los últimos días en la arena internacional está enfrentando a un reto, una guerra, donde el cruce armado no ha sido solo por una frontera sino por instituciones y valores, entrando no solo en el territorio de Ucrania sino pisando en la incertidumbre del orden mundial, poniendo en evidencia la ineficacia de las herramientas de las relaciones internacionales.

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